IKEBANA
La
escuela más antigua de Ikebana (arreglos florales) es Ikenobo, fundada por el
sacerdote Ikenobo Senkei en el siglo XV. Cuentan que el sacerdote contemplaba
cómo los fieles acudían a los templos con ramos y flores como ofrenda, y cómo
descubrió que según fueran los motivos que llevaban a los feligreses al templo,
arreglaban las flores de una manera u otra. Comprendió que quien iba al templo
a pedir salud o el que iba a pedir una buena cosecha, plasmaba esos deseos en
el arreglo de las flores que llevaba. Se creó el estilo Rikka, que literalmente
significa "flores que están quietas".
En
el Ikebana la elegancia de las ramas nos transporta al cambio de estaciones.
Una única flor simboliza la naturaleza, el bambú simboliza integridad (porque
no se dobla), el pino la longevidad y las cosas imperecederas y el Amur Adoni
la buena suerte. Cada flor y cada rama que se utiliza tienen una simbología
concreta. La escuela japonesa más antigua de Ikebana es Ikebono, que aún
perdura en nuestros días, con la 45ª generación de maestros de Ikebana. Otras
escuelas surgieron a través de la historia, como Sogetsu y Ohara, aunque es
Ikebono la que se considera el alma del Ikebana. En el siglo XVIII los diseños
eran sobrios y simples, constituidos por tres ramas principales que formaban
una unidad para expresar los cambios constantes de la vida. Por lo tanto, se
puede decir que hay 3 estilos de arreglar flores:
Durante
el siglo XX el interés del Ikebana tuvo su punto álgido, ya que las escuelas
atraían a todo tipo de público de todas las clases sociales. Durante la guerra,
las esposas de los soldados encontraron en el Ikebana una manera de alejarse de
la realidad y se fundó en 1927 la escuela Sogetsu, dirigida por Teshigara Sofu,
revolucionando el mundo del Ikebana con la introducción de nuevos materiales
como plástico, yeso y acero en sus creaciones. Actualmente existen en Japón más
de 3.000 escuelas de Ikebana, y otras tantas en todo el mundo.
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