miércoles, 4 de julio de 2012

040 TEATRO NOH


EL TEATRO NOH


El teatro Noh o Nô japonés es una de las manifestaciones teatrales más exquisitas del mundo. Altamente codificado y estandarizado, va dirigido a un público entendido que disfruta con una puesta en escena minimalista sobre la que se desarrolla un espectáculo colorista de danza y canto dando primacía a los trajes, las máscaras y los movimientos.

Todas las manifestaciones de teatro japonés (también el kabuki o el bunraku), al igual que sucede con la dramaturgia autóctona de India, China o Corea, comparten un formato similar que someramente, se pueden resumir como una amalgama o mezcla de ceremonias rituales cortesanas con bailes populares; en los que priman la música, la danza, el canto, la poesía y los exagerados gestos y gesticulaciones. El actor se erige en único protagonista del espectáculo con un sorprendente uso de la voz y del cuerpo, sometidos ambos a un duro entrenamiento desde la infancia; en todas estas manifestaciones teatrales es fundamental la tradición y la transmisión de los conocimientos entre los diferentes miembros de las sucesivas generaciones de una misma familia; siendo unos espectáculos muy codificados y altamente simbólicos, con escenarios vacíos, pero de una gran riqueza de vestuarios, maquillajes y máscaras; se suele recurrir al travestismo, ya que las mujeres, históricamente, tenían vetado el acceso a las tablas y, por último, la puesta en escena, en cuanto a escenario se refiere, es casi inexistente.

El fascinante y extraño espectáculo de Nô es definido de la siguiente manera: “Por su parte, el Nô, todavía cercano al mundo del rito, muestra un espectáculo solemne y refinado en el que los dioses y los espíritus son frecuentes, con gran presencia de lo fantasmal; destacan la calidad y la belleza del vestuario sobre un escenario vacío, sin telón, con un estilizado pino pintado sobre el panel del fondo; un coro sentado en escena y una pequeña orquesta de dos o tres tambores y una flauta proporcionan ambiente sonoro a una actuación que conjuga danza, canto y poesía” (Rubiera e Higashitami en “Introducción” a Tratado sobre la práctica del teatro Nô y cuatro dramas Nô de 1999, página 20).

La espiritualidad del pueblo japonés se ha ido conformando a lo largo de los siglos por un constante sincretismo de filosofías y religiones diversas (tao, sintoismo, budismo, etc.) y a veces dispares, que, en esencia y por buscar un nexo en común, intentan situar al hombre de una manera adecuada en su relación con la naturaleza. Esto, por un lado, lleva a una moral sujeta, en principio, a unas normas de conducta espontáneas propias de un corazón puro pero, por otro lado, se han ido ritualizando de una manera tal que cualquier relación o ejercicio de la cotidianidad más elemental se convierte en protocolo o ceremonia complicada. Esto, unido a una especial percepción del tiempo en el que el mundo es concebido de modo cíclico sin principio ni fin y en el que solo podemos aspirar a la percepción completa de los instantes –de hecho, ésta es la filosofía profunda que anima la estética del haiku-, conlleva que, en cualquier manifestación artística japonesa, sea muy difícil el deslindamiento claro entre lo estético y lo religioso.

Estas características de la percepción estilística y anímica del pueblo nipón, aunque expresadas de manera somera, son fundamentales para entender el exquisito y la vez complicado teatro Nô o Noh, el cual surge precisamente cuando se está conformando el carácter plástico y expresivo de toda una nación.

Extraido de un blog de Candela Vizcaíno

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