viernes, 30 de noviembre de 2012

083 SUIBOKUGA


SUIBOKUGA

Decía el maestro Miyagi, que el golpe directo (tsuki), una de las técnicas fundamentales del Karate, era como trazar una línea con un pincel. En efecto, en una sola línea ejecutada por un maestro del pincel pueden expresarse infinidad de matices y sensaciones, convirtiéndose en el espíritu de una espada o de una rama. De la misma forma un golpe aparentemente sencillo y directo, tiene en su interior tantas sutilezas que le permiten transformarse según las circunstancias.

En la realización de ambos caminos (dô) el artístico (bun) y el marcial (bu), el elemento común es mantener en un cuerpo fluido una mente inmóvil. Una estrecha e inmediata relación, como el reflejo de la Luna en el agua, se establece entre la mente imperturbable que capta la esencia de las cosas, y el cuerpo, la espada o el pincel.

La pintura realizada a la aguada de tinta, llegó a Japón desde China, en el periodo Kamakura, de la mano del budismo Zen, y fue desde el principio un medio de expresión ideal tanto para el monje como para el guerrero comprometidos con su realización.

Este arte de aspecto y medios sencillos, consigue expresar de manera directa e inmediata, en el “momento presente”, la verdadera esencia del tema representado, trascendiendo su aspecto exterior que no es mas que una apariencia transitoria.

Suibokuga exige no solo técnica,  sino también una atención refinada por una mente calmada, que permita expresarse sin interferencias y con plena confianza en el acto que se va a realizar (jiriki). Al igual que en un golpe definitivo no hay lugar para el error. Vida o muerte en una pincelada.

AAS

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