miércoles, 12 de junio de 2013

112 FABULA


Existe un bosque, no muy lejos de donde nos encontramos, en el que habitaba, no hace mucho tiempo, un Maestro Camaleón. Su avanzada edad había cimentado en él lo que consideraba una técnica perfecta. Al fin y al cabo le había permitido sobrevivir y por ello recibir la consideración de sus congéneres. Con posiciones y desplazamientos lentos, se adaptaba a las formas de cada entorno, haciendo que su figura fuese casi imposible de distinguir aún cuando se movía. Podía conseguir en su piel tonos que lo hacían confundirse con una rama, con un trozo de corteza o con una verde hoja entre otras. Desde su aparente inmovilidad podía generar un movimiento explosivo que lanzaba su veloz lengua hacia su objetivo con cierta precisión. Sus ojos captaban todo lo que ocurría a su alrededor sin que su atención quedase atrapada por nada en particular. Su espíritu estaba en constante alerta, aunque confiado en su técnica y en la experiencia de los años, a menudo desataba sus pensamientos llenando el vacío de su mente.

Estas habilidades eran envidiadas y admiradas por otros muchos animales, y desde su invisibilidad podía oír con frecuencia los elogios que le dedicaban. Esto era muy de su agrado pues pensaba que era una pequeña recompensa por su esfuerzo en mantenerse activo y convertir la tarea de sobrevivir en un Arte.

Solitario, deambulaba como un fantasma por los árboles, ocultándose a sus enemigos y utilizando sus habilidades para cazar. A veces se paraba a observar la técnica de otros camaleones y encontraba en ella tantos fallos que se sorprendía que no pasaran hambre e incluso de que no estuviesen ya muertos.

Hacia ya algún tiempo que empezó a acompañarle un joven camaleón, que admirado por sus cualidades y en su afán por superarse, se había convertido en su pupilo. Ambos solían compartir un mismo árbol y así, el Maestro Camaleón podía ser observado con atención por el aprendiz.

Cierto día, desde la atalaya de una rama, distinguieron entre unos arbustos la entrada a una extraña madriguera. El joven camaleón lleno de curiosidad y con la seguridad que nace del inconsciente ímpetu juvenil, descendió del árbol y se dispuso a averiguar que animal la habitaba. El Maestro Camaleón se quedó observando desde la rama como si parte de ella se tratara.

Al cabo de un buen rato el joven camaleón regresó y le dijo a su maestro: ¡La madriguera está ocupada por un camaleón! Al verlo, me quedé petrificado por la sorpresa. A pesar de no tener muchos años, noté que dominaba la técnica de la absoluta inmovilidad, parecía no tener vida. Desde esa posición sentí como me observaba buscando mis puntos fuertes y débiles, tratando de analizarme al instante. Sin duda es un joven maestro a la búsqueda de un constante mejoramiento.

El Maestro Camaleón, algo incrédulo, y dudando del buen criterio de su pupilo, decidió comprobar por si mismo la valía del joven maestro. Seguro de su habilidad mimética y de sus años acumulados de experiencia, decidió al principio demostrar que podría llegar a observarlo sin que él percibiese su presencia. Convertido en una piedra grisácea, permaneció durante horas a la espera de que se mostrase. Comenzaba a atardecer. Pronto oscurecería y el suelo no era un terreno propicio para que le sorprendiera la noche, por lo que decidió no dar por perdido el esfuerzo invertido y saciar su curiosidad asomándose a la entrada. Con una desesperante lentitud, poco a poco se fue acercando. Su piel cambiaba gradualmente del color de la pizarra al ocre arcilloso y de este al verde de la hierba fresca. Al fin llegó a la entrada de la singular madriguera, y observó que no estaba excavada en la tierra como otras que había visto, sino que era mas bien un pasadizo entre los arbustos, y justo en el centro del mismo, en una total inmovilidad, su experimentada visión distinguió a otro camaleón que le miraba directamente con uno de sus ojos. Su instinto no le reconoció como un peligro y el Maestro Camaleón, divertido por la ingenuidad de su congénere pensó:

Este novato no vivirá mucho más con esta técnica. ¡Cómo se le ocurre estar tanto tiempo en el suelo y no acogerse a la seguridad de los árboles! Sin duda, la inexperiencia de mi pupilo ha dejado volar su imaginación, pues además de no ser joven, este camaleón tiene aún muchos fallos en su camuflaje. No me extraña que no se atreva a moverse. Además, aunque quisiera hacerlo seguro que lo hará de forma torpe e insegura, por lo gorda que tiene la panza. Quizás se cebó en un hormiguero. Su espíritu está claramente distraído, su mente lo absorbe en pensamientos y consideraciones que anulan su capacidad de reacción. En este momento podría ser devorado por una serpiente o por un zorro. Debería esforzarse mas en mejorar y no conformarse con su extraña y deficiente técnica, aunque al parecer, la haya dado algún resultado hasta ahora.

Pensando esto se dio la vuelta apresuradamente para volver a la protección de las alturas, y el novato camaleón hizo exactamente el mismo gesto al otro lado del trozo de espejo que estaba apoyado en los arbustos.


A.Avila

lunes, 13 de mayo de 2013

111 SIN PRISAS (KARATE DO)



NO LO LEAS DEPRISA...

En estos tiempos han tomado un extraño valor aquellas cosas que son rápidas y superficiales.

Aquello que se consigue rápido, es a priori mejor que lo conseguido de una manera lenta o pausada. No importa si lo conseguido de inmediato no es realmente lo que buscábamos, basta con que se parezca a la imagen que nosotros nos hemos formado de ello, o nos han formado, total, nos ha costado poco esfuerzo y puedo cambiarlo por otro rápidamente. Todo se consigue así, rápidamente: la información, la comunicación, la comida... Se llega a toda prisa en transportes cada vez mas rápidos, y nos vamos a toda prisa. Hay que pensar rápido y en muchas cosas, pues tenemos que hacer muchas cosas “importantes” rápidamente.

Adelgazamos rápidamente, rápidamente engordamos, rápidamente nos liberamos del dolor, y rápidamente logramos placer, rápidamente “aprendemos” a defendernos, a “relajarnos”, a “conocer” milenarias culturas, rápidamente, rápidamente... Rápidamente vivimos y rápidamente morimos.

Los niños ya no necesitan perder el tiempo en imaginar, inmediatamente pueden ser astronautas, alienígenas, conducir coches, ir a la guerra y pilotar helicópteros de manera “real”, quieren ser rápidamente mayores, ser rápidamente adultos de “éxito” gracias a sus móviles de última generación o el último modelo de coche, que nos permite llegar rápido y además, llamar a alguien mientras aparca solo.

Los adultos quieren jubilarse rápidamente para descansar y hacer lo que les gusta: hacer cosas rápidamente, pues ya no queda mucho tiempo. Al final se contentan con que la muerte se los lleve rápidamente y no sufran la espera pues con las prisas no han podido pararse a aceptar la vida y aún menos, la muerte.

Nos ponemos como objetivo llegar a ser felices cuanto antes, pensamos que satisfaciendo nuestros deseos de inmediato lo conseguiremos. Pero la felicidad esta en el camino, no al final de este, no en lo externo, sino en nuestro interior.

¿Qué podemos hacer para aquietar nuestras vidas? ¿Cómo podemos imponer un ritmo más humano y placentero? ¿Dónde está ese camino que podamos recorrer tranquilamente sin importarnos a donde nos lleve? ¿Cómo profundizar en lo verdaderamente importante?

A través del Karate-do, tenemos un lugar y un camino donde retomar nuestro original ritmo vital, donde explorarnos instante a instante, donde encontrar compañeros, itinerarios y guías para el viaje.
El dojo es el “lugar del camino”, en él no se nos permite la prisa pero tampoco la pereza. A la voz de ¡mokuso! (meditación) aquietamos la mente agitada, regulamos la respiración alterada. Poco a poco abandonamos la ajetreada superficie y profundizamos en el mar de nuestro ser donde encontramos la calma, y nuestra mente se impregnan de ella. No hay tiempo en el dojo, solo atención en el momento presente, si esta se debilita, nos perderemos, como en la vida, muchas de las cosas que pasan en él.

En este estado y en este momento, podemos reencontrarnos con nuestras sensaciones. El esfuerzo, el cansancio e incluso el dolor nos recuerdan el placer de estar vivos, de disfrutar del proceso. Cuerpo, mente y espíritu se unen y podemos atisbar nuestro ser original, nuestro ritmo natural.
En el kata, la forma, aplicamos este estado. Nuestro cuerpo se forja en la técnica, nuestra mente está liberada y abierta a las sensaciones, nuestro espíritu anima el ejercicio, en su adecuado ritmo, en la adecuada sucesión de técnicas, en la correcta ejecución. No hay objetivo final, porque nunca llegaremos a un final, el Karate-dô es para siempre, no hay pues prisa. Nuestro ego no nos dominará convenciéndonos de que necesitamos nuevas cosas, ideas, sistemas, etc pues se acostumbrará a no pedir, ya que nunca obtendrá nada, porque no hay nada que obtener. Al contrario, solo buscamos lo que hemos perdido y teníamos desde el principio: a nosotros mismos en el momento presente.

Antonio Avila

martes, 2 de abril de 2013

110 GEOGRAFIA


GEOGRAFIA.

Heterogéneo y espectacular, se podría describir el territorio de Japón. Este es un país verde (el 65% está cubierto por bosques), superpoblado y, a la vez, vacío, ya que el 75% de sus habitantes viven en ciudades. También es un país marítimo, bañado por los mares de Japón y Ojotsk, y por el océano Pacífico. Ningún lugar del territorio nipón se encuentra a más de cien kilómetros de alguna costa.

Hokkaido es la más septentrional de las cuatro islas mayores. Es una tierra montañosa, con cuatro picos que rebasan los dos mil metros de altitud, y temperaturas que no superan los 0 ºC la mitad del año. La isla alberga seis parques nacionales que protegen volcanes, cascadas, lagos... También es el hogar de los ainus, el pueblo aborigen con una cultura y una lengua propias.

Honshu es la isla mayor: tiene 1.300 kilómetros de longitud y 230 de anchura. Con cien millones de habitantes, también concentra el 60% de la población e, históricamente, fue el centro de poder, al acoger las sucesivas capitales imperiales: Tokio, la actual; Kioto, la anterior, y Nara, la primera. Honshu alberga la gran cordillera de los Alpes japoneses, cuya cúspide es el volcán Fuji.

Los japoneses consideran Shikoku su "isla romántica", debido a su belleza paisajística y a una atmósfera muy apacible. Con cuatro millones de habitantes, Shikoku atesora playas, una fauna marina muy interesante, corales y pueblecitos de pescadores.

Kyushu aúna los paisajes de origen volcánico y la frondosidad subtropical. Se conoce como la "isla de la longevidad" porque muchos isleños alcanzan edades inauditas. Es una isla llena de aguas termales, lagos, palmerales y playas con las arenas blancas.

Las islas del Sudoeste, el antiguo reino de Ryukyu, se extienden al sur de Kyushu. Tienen un clima subtropical, con una temperatura media anual de 23 ºC. Okinawa es la isla más importante. Estos archipiélagos acogen fabulosos arrecifes de coral y son el paraíso surfista japonés.

Finalmente, en el otro extremo, al norte, se extienden las islas Kuriles, bajo soberanía rusa pero reivindicada por Japón. Fueron territorio ainu hasta el siglo XVIII, cuando los nativos fueron expulsados por los rusos. E n 1875 pasaron a poder japonés, a cambio de la isla de Sajalin. Finalmente la Unión Soviética se apropió de ellas como botín de la Segunda Guerra Mundial. Japón reclama las islas más meridionales: Etorofu, Kunashiri, Shikotan y las Jabomai.

jueves, 28 de marzo de 2013

109 NARA


NARA La antigua capital.

Según la leyenda, apenas acabada la construcción de la ciudad de Nara, llegó el dios llego el dios Takemikazuchi para protegerla. Cabalgaba sobre un ciervo blanco. De ahí que estos animales campen a sus anchas por las calles; hasta hay puestos donde venden galletas con las que los visitantes pueden alimentarlos. El mito también denota la importancia que cobraba la nueva población.

Hay un período Nara en la historia de Japón. Va desde el año 710 hasta el 794. Durante esta época, salvo un breve interludio, Nara fue la capital del país. Aquella sociedad eminentemente agrícola tenía el sintoísmo como religión. Mientras, la influencia china se hacía notar tanto en el urbanismo de la capital, que seguía el modelo de Xi'an, como entre las clases altas, que adoptaban los caracteres chinos y el budismo,

En su máximo apogeo, Nara superó los doscientos mil habitantes. Bajo su gobierno mejoraron las comunicaciones y la recaudación de impuestos, y se rompió la dinámica de trasladar la capital a la muerte de cada emperador. Por otro lado, empezaban a imponerse los grandes terratenientes, por encima de las propiedades comunales, en un proceso de feudalización que marcaría toda la historia posterior hasta el siglo XIX.

A pesar de la pérdida de la capitalidad a favor de Kyoto, retazos de la fastuosidad de Nara se han preservado gracias a la continuidad de varias de sus instituciones. Esto permitió inscribir como Patrimonio Mundial por Ia Unesco ocho localizaciones, entre ellas cinco templos budistas, un santuario sintoísta, un bosque y el espacio que ocupó el palacio imperial. En total suman casi ochenta edificios.

Como el ave fénix. El gran buda de Todai-ji puede servir de ejemplo de los avatares que han sufrido estos monumentos hasta Ilegar a nuestros días. La estatua de quince metros de altura y la gran sala que la alojaba se completaron en el año 752, En 1180 sufrieron un incendio, pero el buda fue reparado y la sala, reconstruida; lo mismo pasó en 1567.

Otros edificios han sido reconstruidos hasta cinco veces. Es normal que el santuario Kasuga se restaurase de manera rutinaria cada veinte años, sin alterar su estilo. En cambio, sorprende que los bosques sagrados que lo envuelven hayan permanecido sin tocar desde que se prohibió la caza y la tala allí en el año 841. A su valor natural, suman su emblemático valor cultural.



miércoles, 20 de marzo de 2013

108 SHUNBUN NO HI



SHUNBUN NO HI

Hoy, 20 de marzo se celebra según el calendario japonés, el equinoccio de primavera (cuando el día y la noche tienen la misma duración), conocido como “Shunbun no Hi” 春分の日. El origen de esta celebración se remonta al siglo VIII, cuando se denominaba Shunki KoreiSai, evento shintoísta en el que la familia imperial honraba y adoraba a sus antepasados.

Fue en el período Meiji cuando tomó la dimensión de fiesta nacional y en 1948 cuando adoptó su nombre actual, con un carácter más civil, dentro del proceso de separación entre la religión y el estado, llevado a cabo en Japón tras el desastre de la II Guerra Mundial.

Es, guardando las distancias, un día parecido a la Fiesta de Todos los Santos en España. Como en tantas otras creencias religiosas japonesas, el sincretismo entre shinto y budismo dio lugar a que en los dos equinoccios del año (Shunbun no Hi – de primavera, y Shibun no Hi – de otoño) tenga lugar el festival budista denominado Higan. Higan significa “la otra orilla”, haciendo referencia a la idea budista de que hay un río que separa esta vida (Shigan) del mundo de la salvación (Higan). Es un río lleno de ilusiones, pasiones y penalidades. Solo el que cruza el río puede alcanzar la iluminación y el nirvana.

Cuando la noche iguala al día (en los equinoccios) es cuando Buda aparece en la tierra para salvar las almas, ayudándolas a cruzar el río. Por eso la visita a los familiares difuntos en esta fecha es un acontecimiento feliz, aprovechando para arreglar las tumbas, llevando incienso y flores e incluso alimentos a sus antepasados. (El ritual de ofrecer comida y sake a los antepasados también se incluyó en el Higan, preparando un plato especial, el Ohagi o botamochi (牡丹餅) (una bola de arroz cocido cubierta con pasta dulce de judías). Se dice que son redondas porque los espíritus las prefieren así, ya que son una comida práctica para el viaje a la otra orilla)

La íntima actitud del pueblo japonés hacia la naturaleza hace que la semana en que se celebra el Higan de primavera (Haru no Higan) sea también una fiesta de respeto a la naturaleza y de aprecio hacia todos los seres vivos, en el que también se lanzaban plegarias para obtener buenas cosechas. En Japón se dice que el frío del invierno desaparece tras el Shunbun no Hi, dando comienzo a la eclosión de la primavera, con el estallido de los cerezos en flor, que tiene su máxima expresión en la celebración del Hanami.

Como practicantes bonsái, y alumnos de una escuela, estudiamos un calendario anual en el que se fijan momentos óptimos para cualquier trabajo con nuestros árboles (cuando es mejor abonar, podar, etc.), pero no debemos olvidar nunca (como hacen los japoneses en Shunbun) nuestro respeto y afecto hacia el bonsái. La práctica continuada de arreglarlos, cuidarlos y alimentarlos en el comienzo de la primavera debe ser también el Buda que nos ayude a cruzar el río que nos separa tantas veces de nosotros mismos.

J.VALLEJO

martes, 12 de marzo de 2013

107 TIPOS DE KIMONO


Resumen de tipos de kimono

Uchikake y Shiromuku
En el pasado lo usaban las mujeres de clase alta. Ahora para la novia En el pasado manga corta, ahora manga larga. Hay dos versiones shiromuku, completamente blanca, y uchikake, colorido. El dobladillo está rellenado con algodón. Originalmente un kimono usado como tipo abrigo encima de otro kimono. No lleva cinturon, (obi). Ahora forma parte del vestido de la novia estilo japonés.

Furisode y Kakeshita
Para chicas solteras. Una versión existe para las novias y otra kakeshita para llevar abajo del uchikake. Manga larga, y diseños muy suaves para chicas solteras. Para las novias colores muy vibrantes. Un estilo de kimono para ocasiones ceremoniales.

Kuro-Tomesode
Para señoras casadas La parte superior es solamente en negro. Lleva 3 o 5 kamon, (escudos). La parte baja tiene diseños. Para ocasiones ceremoniales.

Iro—Tomesode
Para señoras casadas La base del kimono tiene algún color suave. Puede tener kamon, pero no siempre. La parta baja tiene diseños. Para ocasiones semi-ceremoniales o formales.

Juban
Para todos en sus distintas formas. Ropa interior. Kimono para llevar debajo de los otros mencionados Se lleva siempre

Haori
Mujeres y hombres Chaqueta corta para llevar encima del kimono para salir. Colores y formas son distintos para mujeres y hombres, queda parcialmente abierto al frente y se ata con nudo diferente para hombres o mujeres. Para salir.

Michiyuki
Mujeres chaqueta que se lleva cerrada con botones. Para salir

Iro-Muji
Mujeres Un kimono en solo un color con un diseño en jacquard en la tela. Puede llevar kamon, escudos Es un kimono de estilo formal

Hômongi
Mujeres Diseño en la espalda, cruzando la costura y un diseño más larga al parte inferior. Es de estilo formal

Tsukesage
Mujeres Diseño en el hombro izquierda y el parte inferior del kimono. Formal

Komon
Mujeres Diseños repetitivos en todo el cuerpo del kimono Informal, para pasear, hacer compras y en casa

Hakama
Hombres y chicas. Pantalones. Los hombres para ocasiones formales como la boda y deportes. Las chicas tienen un estilo de hakama para un vestido formal usado en la escuela.

viernes, 8 de marzo de 2013

106 UKIYO-E


Ukiyo-e
Las pinturas del mundo flotante

El arte del ukiyo-e ("pinturas del mundo flotante"), se originó en la cultura metropolitana de Edo (actual Tokio) durante el período Edo de la historia de Japón entre los siglos XVI y XIX, cuando el poder político y militar estaba en manos de los shogunes, y el país se aisló para el resto del mundo.

Es un arte estrechamente relacionado con los placeres de teatros, restaurantes, casas de té, geishas y cortesanas de la ciudad. Muchos ukiyo-e grabados de artistas como Utamaro y Sharaku fueron realizados para carteles, actuaciones de teatro y publicidad, usados en prostíbulos, su tematica incluia retratos de ídolos como actores populares y bellas mujeres en hermosas casas de té.

Pero este mundo más o menos sofisticadas de los placeres urbanos también fue animado por el amor tradicional japonés a la naturaleza y del ukiyo-e artistas como Hokusai y Hiroshige han tenido un impacto enorme en la pintura de paisaje en todo el mundo.

martes, 5 de marzo de 2013

105 NETSUKE


Netsuke (período Meiji 1868-1912).

La prenda tradicional japonesa, el “kimono”, no tiene bolsillos, de esta manera los pequeños objetos personales que se llevarán estaban metidos ya sea en grandes mangas del kimono, o por debajo de la faja (obi) , o se colocan en pequeñas bolsas (multi-compartimiento) denominadas “inro” u otros recipientes colgantes “sagemono” que estaban suspendidas desde el obi con cuerdas.

El Netsuke, son pequeñas figuras que fueron usados ​​para contrarrestar estos contenedores. El cordon de la bolsa se enhebraba bajo el obi y se ataba al netsuke a través de orificios o aberturas (himotoshi) que tenia el propio netsuke. De esta manera el netsuke hacia todo un conjunto que descansaba sobre el obi e impedía que la cuerda se deslizase hacia abajo.



Los netsuke se utilizaron por primera vez en Japón alrededor del siglo XVII según se puede observar en las pinturas de aquella epoca. El primer netsuke, sin embargo, no eran las tallas detalladas con las que la mayoría de la gente está familiarizada, ya que al principio se trataba de toscos maderas de forma cilíndrica, que con el transcurrir del tiempo se fueron tallando incluso en otros materiales como el marfil y el hueso.

Cualquier objeto compacto en torno al que se pudiera pasar una cuerda atada sería suficiente. Los pedazos de madera (a veces se asemeja a los animales) o coral se utilizaban a menudo como netsuke, al igual que otros elementos de forma y tamaño parecida. Las primeras formas talladas específicamente para su uso como netsuke eran simples, redondos y compactos, o en forma de anillo, seguido por el desarrollo de las esculturas en miniatura (katabori) que con el tiempo llegaría a ser el tipo más popular de netsuke. Fue durante el siglo XVIII cuando el netsuke evoluciona desde sus primeras formas a estas pequeñas obras expresivas y multi adornadas. En el siglo XVIII y principios del XIX los talladores netsuke perfeccionaron su arte a su más alto nivel. Este período se considera la edad de oro de la producción netsuke.

A mediados del siglo XIX, Japón puso fin a un período de casi 250 años de aislamiento autoimpuesto. Los extranjeros se les volvió a permitir viajar a Japón, y el comercio con Occidente trajo a Japón hasta ahora invisibles fuentes de información e inspiración. Durante este tiempo, el período Meiji (1868-1912) una rápida modernización de Japón dio lugar a grandes cambios en el diseño y la producción de netsuke y en última instancia condujo a la transición de netsuke de objetos funcionales a las esculturas en miniatura puramente decorativos.