NIHON-TÔ
El sable japonés.
Entre mas de novecientos mil sables célebres que se
conservan en Japón y que son considerados tesoros nacionales, el mas importante
es el llamado Ama-No-Murakumo-Tsurugi (“precioso sable celestial hecho de
nubes”), que se remonta a los episodios míticos de la creación del Japón,
cuando Susano-wo, hijo de Izagani, el padre de los dioses, lo encontró en las
entrañas de un dragón. Este sable es
custodiado en el templo de Ise, como uno de los tres objetos sagrados del
Shinto (junto a tama, la joya y kegami, el espejo).
El sable japonés, nihon-tô, tiene una dimensión a
la vez sagrada y simbólica. Preside los mas importantes rituales y ceremonias,
y tiene una profunda simbología espiritual.
El sable o katana, es la representación de uno
mismo, incluida nuestra propia alma. La empuñadura o tsuka, es la cabeza, el
razonamiento, el control. La funda, saya, es el cuerpo físico que cobija el
espíritu. El filo del sable, shinogi, es el alma. Por lo tanto es la parte mas
sagrada de una katana, y por ello no puede ser tocado nunca con las manos,
incluso al admirarlo no se debe respirar, para no mancillarlo con nuestro
aliento.
En efecto, la katana tiene su propia alma. Cada una
es única, al maestro forjador (kaji) le sería imposible crear dos idénticas.
Desde la obtención de la materia prima, hasta el final de la forja y el pulido,
hay un ambiente de profundo compromiso espiritual con el trabajo de creación.
Finalmente el sable es consagrado en un templo shinto, donde se le enrolla el
cordón sagrado (shime-nawa), como una ceremonia de nacimiento de su propia
alma, en cuyos atributos ha influido el kaji.
En el periodo Kamakura, las obras de dos de los mas
renombrados maestros forjadores, Masamune y su alumno Muramasa, se decía que
eran reconocibles al colocarlas en la corriente de un río. El filo de Masamune,
hombre calmado y de gran virtud, hacía que las hojas que bajaban por la
corriente se apartaran de él. Muramasa era un hombre con tendencias mas
violentas y las hojas siempre eran cortadas por su filo. Las katana de Masamune
aportaban a sus dueños templanza en el combate y pensamientos puros. Las de
Muramasa los avocaban hacia la violencia y la muerte.
La influencia en la conexión espiritual del sable
con su dueño es recíproca. Decía el gran maestro de sable Shimada Toranosuke
(1814-1852) “El sable es el espíritu, si tu espíritu no es correcto, tu sable
no será correcto, si quieres aprender el camino del sable, primero deberás aprender
su espíritu”.
Actualmente, la katana sigue siendo un arma, y por
ello debe manejarse con sumo cuidado. No es utilizada ya para matar, pero nos
exige un comportamiento correcto. Su filo (alma) es utilizado para cortar la
falsa distinción entre la vida y la muerte, para destruir el ego, para abrir la
mente al no-pensamiento (mushin) y encontrar las respuestas a las eternas
preguntas del hombre.
AAS
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