KARATE-DO:
Algunas consideraciones sobre sus orígenes
El gran auge que
en nuestro país tuvo el Karate durante los años setenta, dio lugar a la
publicación de muchas obras sobre el tema. La mayoría de ellas de autores
extranjeros que en algunos casos posiblemente aportaron poco mas que su nombre
a los contenidos. De aquella época aún conservo con cariño mis primeros libros
sobre Karate, que son ya casi reliquias, y que comparados con las excelentes
publicaciones actuales nos parecen ingenuos intentos de explicar este arte que
nos era prácticamente desconocido. Pero incluso ahora, al releerlos se pueden
encontrar indicaciones y explicaciones de indiscutible interés, como ocurre por
ejemplo, en los textos del desaparecido maestro R. Thomas.
Invariablemente
aparecía en casi todos ellos, a modo de introducción, una escueta historia, o
mas bien “historieta”, sobre el origen del Karate, sin duda elaborada a partir
de los casi inexistentes datos de que se disponía por entonces sobre la historia
del reino de Ryukyu. Quizás de esta época, y de estas “introducciones
históricas”, quedó como sustrato la simplista explicación que frecuentemente
aún se da sobre el origen del Karate en Okinawa, y que suele ser utilizada como
para salir del paso cuando se nos plantea esta cuestión. En ella se argumenta
que el origen del Karate está ligado a dos hechos fundamentales en la historia
del reino de Ryukyu: Las prohibiciones de utilización de armas y la ocupación
del clan Satsuma.
En relación a
los hechos anteriores, tampoco es inusual, el que se atribuya la formación del
Karate, al menos en sus más antiguos antecedentes, al pueblo llano, compuesto
fundamentalmente por marinos, pescadores y agricultores.
En esta breve
revisión histórica analizaremos estas afirmaciones, que aún no siendo
totalmente falsas, necesitan de una visión mas matizada y acorde con la
realidad histórica.
A principios del
siglo XV el rey Sho Hashi unifica los tres reinos en que estaba dividida
Okinawa, creando la Primera Dinastía Sho del reino de Ryukyu. Este reino de
carácter feudal mantenía un delicado e inestable equilibrio de fuerzas entre
los diversos jefes locales (aji)
que al romperse provocaría los desórdenes políticos que dieron lugar en 1469, a
la toma del poder por parte de Sho En, iniciador de la Segunda Dinastía Sho de
Ryukyu.
La primera orden
de prohibición de armas fue dictada por su hijo, el rey Sho Shin en 1490, como
una de las medidas que tomó encaminadas a mantener un sólido gobierno. Se
almacenaron las armas recogidas a la población y sobre todo a los aji,
siendo el desarme de estos últimos el principal objetivo de esta medida. A
estos jefes locales se les obligó además a residir en Shuri, la nueva capital.
El ejército del reino era así la única fuerza militar armada efectiva en la
isla, manteniéndose para el control de revueltas internas propiciadas por los aji
y para la protección de las islas del archipiélago contra los waku,
piratas provenientes del sur de Japón.
Tal como apunta
K. Tokitsu es
erróneo atribuir el nacimiento del Karate a una revuelta popular contra el
poder de Sho Shin, ya que las actuaciones de este rey no
hicieron mas que dar estabilidad a la vida cotidiana, no teniendo una gran
repercusión entre el pueblo llano.
La conexión de
esta prohibición con el desarrollo de la lucha sin armas no está pues en una
necesidad de autodefensa ante un supuestamente opresivo gobierno de Ryukyu, ni
a una supuesta ocupación militar china que, de nuevo refiriéndome a los viejos
libros, era frecuentemente citada de manera errónea, pues Okinawa tenía una
relación formal de vasallaje con China desde 1372, que fue buscada por los
mismos gobernantes debido a los beneficios que esta suponía para el desarrollo
del comercio, la técnica y la cultura en la isla, además protegía al pequeño
reino, al menos políticamente, ante otras potencias. Esta situación de estado
tributario nunca supuso una ocupación militar significativa.
Parece que hay
acuerdo en que entre los miembros de la nobleza y la corte de Ryukyu, se
incrementó el interés por la lucha sin armas, ante la falta de ellas,
intensificando su practica en secreto. En la tradición militar china, la lucha
a manos desnudas estaba encaminada al aprendizaje más eficaz de las armas, por
lo que es normal que estos sistemas se independizaran y se desarrollaran cuando
la necesidad o la posibilidad del enfrentamiento armado fue menor, pasando del
ámbito guerrero al de la defensa personal. Y decimos que esta practica se
intensificó porque ya antes se realizaba entre los nobles, altos funcionarios y
militares, que fueron los únicos que tuvieron acceso a los conocimientos tanto
autóctonos como chinos de la lucha sin armas.
Estos
conocimientos fueron adquiridos, salvo excepciones, a través de dos canales
fundamentales que se mantuvieron e intensificaron en el tiempo:
El primero lo
constituían los chinos establecidos desde 1392 en Kume, junto a la ciudad de
Naha. Esta era una comunidad cerrada al exterior, compuesta por personas muy
especializadas, que fueron enviadas desde el sur de China a Ryukyu con el
objeto de elevar el nivel técnico en aspectos como la navegación, la
agricultura, la administración, etc.
Dentro de ella
se regían por sus propias costumbres y creencias. Solo los funcionarios del
reino y la nobleza pudieron tener acceso a ella y conseguir la oportunidad de
poder aprender técnicas de lucha en su seno.
El otro canal de
entrada de sistemas de lucha china fue el de los funcionarios que eran enviados
en misiones diplomáticas a China llegando incluso hasta la corte de Pekín y que
en el dilatado tiempo de su viaje pudieron ser eventualmente instruidos.
Esta practica
era conocida como bushin
te o simplemente te.
Según K.Tokitsu no hay trazas, hasta la
fecha de la existencia de un arte de combate particular en los siglos XV y XVI
entre los campesinos, lo cual no descarta que existieran formas
rudimentarias de defensa, muy alejadas de los sofisticados métodos chinos, o
por parte de agricultores y pescadores se desarrollaran sistemas de autodefensa
incorporando sus herramientas de trabajo (ryukyu kobudo) como apunta el
maestro Higaonna.
En 1609 el clan
Satsuma invade Ryukyu, la nobleza y por supuesto el pueblo llano, poseían pocas
armas. Los japoneses además de un mayor y mejor equipado ejército, disponían de
fusiles, lo que hizo que el castillo de Shuri fuese tomado en cuestión de un
par de semanas. El clan Satsuma de Kyushu, pretendía utilizar el reino de
Ryukyu como plataforma para un comercio indirecto con China, ya que este estaba
prohibido por el gobierno central. Para ello tuvieron especial cuidado de
mantener una sensación de que no se había producido ningún cambio político en
Okinawa, manteniendo el status de reino vasallo de China, y leyes como la
prohibición de la tenencia de armas, lo que respondía mas a mantener la legalidad
vigente que a un peligro real de revueltas. Así pues, tras la ocupación militar
del clan Satsuma, poco había cambiado la situación legal sobre las armas, pero
se había anulado prácticamente el ejército real y eran mas escasas aún las
armas que había en manos de los nativos.
Otras causas
fueron las que propiciaron el desarrollo y difusión de la lucha sin armas.
Entre ellas es destacable la perdida de privilegios de muchos estamentos de la
nobleza y del funcionariado de Ryukyu, lo que hizo por un lado que los
conocimientos de la lucha sin armas se convirtieran en una marca de su origen
noble a pesar de tener que dedicarse a labores como la agricultura, la pesca,
el artesanado o el comercio para subsistir, y que estos conocimientos pudieran
empezar a difundirse entre el pueblo llano de las aldeas donde residían las
familias de esta aristocracia venida a menos. Esto también dio un impulso a las
“armas” del Kobudo como única posibilidad de vencer en fortuitos encuentros con
los samuráis ocupantes.
Han llegado a
nosotros algunos relatos teñidos de leyenda sobre combates individuales, cuyos
protagonistas eran expertos luchadores nativos. Estos encuentros singulares
debieron ser el caso más habitual, reforzando el carácter de defensa personal
que tuvo el Karate desde sus orígenes. A pesar de que podía preparar en muchos
aspectos a sus adeptos para la guerra, no nacería con una vocación guerrera.
Es una lastima
que a través de un conocimiento algo mas profundo y completo de la Historia se
diluyan románticas imágenes de batallas desiguales entre samuráis y expertos
combatientes okinawenses luchando por su libertad, pero de esta forma podremos
fundamentar de manera mas sólida la comprensión de nuestra práctica.
AAS