El concepto de wa, la armonía, está presente en los sustratos más profundos de la cultura japonesa. En los gestos cotidianos, en el lenguaje, en los negocios, puede reconocerse el esfuerzo que un japonés hace por mantener un ambiente de armonía entre los presentes. Asimismo en la artesanía, los diseños decorativos y ambientales, en la disposición de las piedras y las ondulaciones en la arena de un jardín zen, hay una aspiración a conjuntar las partes para lograr un todo intangible y acompasado que sugiera y cree armonía.
Podría decirse que es una piedra angular del pensamiento japonés, quizá proveniente de la religión shintoista, que influye todas las facetas de la vida y la relación interpersonal. Japón ha sido llamado "País de Wa", Yamato, en una lectura diferente de los kanjis, Gran Armonía. Se usa como prefijo para diferenciar entidades puramente japonesas de las procedentes de otros lugares: wafuku, ropa tradicional japonesa, en oposición a youfuku, ropa occidental; waon, música japonesa; wagashi, confitería o dulces japoneses, por cierto, menos dulces que los occidentales; washi, papel japonés; washitsu, habitación de estilo japonés; wasei, made in Japan; wafuu, estilo japonés; wa-ei jiten, diccionario japonés-inglés, etc.
Podríamos decir que un japonés está dispuesto a todo tipo de concesiones y sacrificios personales con tal de mantener un ambiente de armonía en el grupo, renunciando a expresar o mantener sus propias opiniones o intereses, en el ámbito familiar, laboral, de pareja, etc. También es digno de ser resaltado el concepto de quietud y armonía interna, en la que el japonés se sumerge, cerrando su mundo personal a lo que procede del exterior, ya sea como refugio donde guarecerse de la rueda de la locura cotidiana o como punto de partida de los caminos, “do”, de crecimiento interno más tradicionales.
En términos siempre muy generales, podríamos decir que un japonés atiende en todo momento de una forma prácticamente instintiva a que su comportamiento no rompa la armonía del entorno grupal donde se encuentra. Con el mismo cuidado que un practicante de la Ceremonia del Té elige la caligrafía o el arreglo floral más adecuado para el tokonoma, una japonés elige la expresión más correcta al dirigirse a otras personas, siempre que estén en un punto más elevado del escalafón social. Día a día se salpica la conversación con shitsurei shimashita, disculpas por existentes o inexistentes deslices en el comportamiento y la etiqueta que han de observarse en todo momento, cualquier faux pas que haya podido perturbar la armonía del interlocutor o de su grupo (hogar, familia, etc.).
Cualquier intento de imponer la propia opinión choca con el mantenimiento de la armonía de forma que la crítica o la decisión se ven dificultadas en muchas ocasiones. Salvo que exista verdadera confianza para expresar las opiniones, si uno trata con japoneses parece que estos te siguen la corriente y "fingen" estar siempre de acuerdo con tus propuestas, aunque éstas sean dispares si no claramente contradictorias.
También hay que entender la postura japonesa desde esta perspectiva cuando usan hasta el cansancio una retahila de alabanzas hacia todo. Por ejemplo, apenas hablas japonés pero alaban desde la primera palabra pronunciada tu maestría con el idioma, mientras que ellos, aun expresándose en un correctísimo castellano, siempre declinaran cualquier elogio y dirán que son muy torpes y no son en absoluto acreedores de él. Inútil preguntar, con el estilo tan directo que nos caracteriza y suele escandalizar a los japoneses, qué opinan sobre nuestros progresos con el idioma. O casi sobre cualquier otra cosa. Una respuesta tan directa como la pregunta está fuera de todo cálculo: podría hacernos sentir mal o contrastar con la opinión que previamente hemos expresado. Así prefieren formas evasivas que eludan una confrontación, pero que no impliquen una pérdida de estatus por ninguna de las dos partes, aunque puestos a sacrificar, preferirían salir "perdiendo" ante un observador neutral, que imponer un criterio que "ofenda" nuestra sensibilidad. Incluso lo que parece ser una afirmación, hai, solamente implica que se presta atención, sin significar en absoluto que se está de acuerdo, pero tampoco en contra. (Cuántas veces esa actitud se parece a nuestro concepto de mentira piadosa...).
Algunos avispados dicen que la única manera de hacer que un japonés pase por alto algunos de los formulismos sociales y actue tal cual piensa y siente, es que alcance un punto de borrachera tal que le permita hablar libremente. Entonces se rompen las trabas y nos podemos llevar muchas sorpresas pero, aun en ese punto, todavía hay una línea clara que nunca se sobrepasa y que todo japonés reconoce. Por supuesto, al día siguiente de la "juerga" se debe actuar como si nada hubiese ocurrido y ninguna frase fuera de tono se hubiese pronunciado.
Establecer el ambiente adecuado de armonía implica atender a pequeños detalles en la modulación de las palabras y su alcance, nada peor para perder crédito que perder los estribos y gritar, comportamiento considerado de persona inmadura, mientras que en cierto modo puede ser una estrategia asertiva en occidente. En los negocios supone largas declaraciones de principios, aunque no haya una transparencia informativa total, pero si la intención de demostrar que se quiere crear entendimiento y hay buena voluntad por las partes.
Es una explicación muy repetida para justificar la compleja y elaborada etiqueta japonesa que, en un país altamente poblado, con pocos momentos de soledad e intimidad, es necesaria una convención social que, por una parte sirva de lubricante para evitar las fricciones personales y por otra permita distanciarse, eso si, cortesmente, y crear una burbuja propia de privacidad. Siendo juiciosa esta afirmación, la etiqueta sirve al objetivo de preservar la quietud y la paz en la comunidad y desde luego el japonés se sirve ampliamente de ella.
Algún autor con mucha ironía apunta que las palabras fundamentales para sobrevivir en Japón son gomen nasai, sumimasen, shitsurei shimasu y otros mea culpa del mismo estilo. Sea cual sea la falta cometida, cualquier japonés se hablanda ante ese rosario de disculpas para evitar una posible disputa.
Todo lo expresado anteriormente explicaría lo que en algunos casos se califica a la ligera como hipocresía o falsedad japonesas. Como en cualquier país hay japoneses que no son sinceros, pero no creo que en mayor proporción que los españoles. Expresar las opiniones a bocajarro no siempre implica que una persona sea de fiar. Simplemente debe considerarse a la hora de establecer relaciones si uno desea que puedan marchar sin contratiempos desde el principio. Y como consecuencia de reflexionar sobre este aspecto, sería conveniente desempolvar nuestros propios patrones de armonía que hemos olvidado demasiadas veces y que tan bien vendría recordar para tener una convivencia mejor.
Hola Pepe, me gustaría saber tu nombre completo para poder citar este documento, gracias y saludos desde Colombia.
ResponderEliminarAndrea