viernes, 9 de marzo de 2012

006 SHODO (Zen)


Inspirándome en este conjunto se me ocurrió la idea de relacionar tres elementos del pensamiento Zen con los elementos de la caligrafía japonesa (shodo).


El pincel como Fuego
La tinta como Agua
El papel como Tierra

El pincel (Fuego) transmite tu intención y tu pulso directamente al papel (Tierra), a través de la tinta (Agua), conectando el espíritu del Fuego y la materia de la Tierra. El Agua es la vida, la sangre (el Ki), algo que fluye.

Con estos tres elementos entramos en el mundo de la creación, “Aquí y Ahora”. El camino de la caligrafía es por lo tanto hacia la libertad interior.

El baile del “yin” y el “yang”. Un trazo que entrando con energía “yin” en calma va saliendo “yang” con fuerza y soltura. El rápido movimiento de curvatura consigue una forma más espontánea y vigorosa, como una obra de la naturaleza. Ahora se detiene, se almacena la fuerza y de repente cambia de dirección moviéndose con la intuición de un animal salvaje.

Disfrutando del movimiento del pincel como un juego, llenando de creación el papel vacío, y sin embargo siempre el espacio sabe cantar silenciosamente. La delicia del trazo negro y la sonrisa del vacío están unidas “Aquí” en la obra. Y también capta el “Ahora”, creado por el calígrafo.

Practicar caligrafía con tu pincel es un acto de creación propio. Aunque el trazo al principio no salga bien, con la práctica, la repetición del mismo, y concentración crearas tu propio espacio de libertad interior.

Disfrutas aun más cuando los trazos empiezan a moverse obedeciendo a tu intención y transmites tu energía interior.

La caligrafía vive solo de un instante. Los trazos no deben rectificarse ni se pueden borrar. Esa es la principal diferencia de esta con la pintura como el óleo, o el pastel.

El practicante de caligrafía, avanzado o incluso principiante, ha de conservar un ritmo al tocar el pincel en el papel que no debe romperse. Es como ya dije antes un baile. La caligrafía tiene compás en silencio.

Por supuesto el movimiento del pincel y el control de la fuerza que sobre el se imprime son centro de la practica, pero también es muy importante saber medir el espacio. Como un buen bailarín, mientras se ejercita con velocidad mide y se sitúa en el escenario para elegir la dirección correcta. El calígrafo ha de captar rápidamente el conjunto de todo el papel.

Fuerza, velocidad, dirección, ritmo y colocación en el espacio, todo esta presente, al igual que ocurre en las artes marciales.

Al principio te cuesta mucho sacar una buena pincelada, por eso repetimos una y otra vez el proceso hasta que lo hacemos nuestro y sin pensar lo logramos. Hasta que sin darnos cuenta entramos en un estado de meditación activo, donde la tranquilidad y concentración se presentan, y ahora es el pincel quien te lleva.

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