Aún existe cierta
confusión, especialmente fuera de Japón, sobre la naturaleza de la profesión de
las geishas. Este tema se ha complicado debido a las prostitutas japonesas,
particularmente en los “onsen” (baños termales), que quieren aprovecharse del
prestigio de las geishas ante los turistas (japoneses y extranjeros) como
"geishas".
Tradicionalmente, la geisha
debe mantenerse soltera (o retirarse después de su matrimonio), aunque no es raro
que tengan hijos. Mientras que los compromisos generalmente incluyen coquetear
e incluso bromas sugestivas (no obstante codificados en maneras tradicionales),
nunca incluyen actividad sexual, y una geisha no es pagada por practicar sexo,
aunque algunas pueden elegir tener una relación que incluya el sexo con algún
cliente fuera de su rol como tal. Y debido a que estas relaciones están
vinculadas con la capacidad del cliente de pagar por los servicios
tradicionales, el argumento puede ser que es simplemente una forma complicada
de prostitución.
Fue tradicional para las
geishas tener un danna,
o cliente habitual. Un danna
era generalmente un hombre adinerado, algunas veces casado, quien tenía
recursos para financiar los costos del entrenamiento tradicional de la geisha y
otros gastos considerables, teniendo derechos especiales (no solo físicos).
Esto ocurre a veces en la actualidad.
Aunque una geisha y su
danna podrían estar enamorados, la relación está sujeta a la capacidad del
danna a entregar algún aporte financiero. Los valores y convenios ligados a
este tipo de relaciones no son bien comprendidos, incluso entre los japoneses.
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