Es difícil establecer una definición precisa de este término. Su significado varía según sea utilizado en vías espirituales como el budismo Shugendo o Zen, o en
Shugyo tiene una parte
espiritual y material a la vez, de hecho uno de sus fines es la comprensión íntima
y personal de que el cuerpo y la técnica están indisolublemente ligados al
espíritu. Es una búsqueda de conocimiento a la vez que un entrenamiento físico,
que nos lleva un poco más allá de la práctica cotidiana y del autoconocimiento,
más allá del enfrentamiento con un adversario.
El entrenamiento Shugyo,
tradicionalmente se sumerge en el medio natural y utiliza sus elementos como
recursos para una práctica más exigente tanto del cuerpo como de la mente.
Podemos recordar a Miyagi sensei practicando Sanchin kata zarandeado por las
olas en una playa de Okinawa, a Funakoshi sensei soportando un tifón tropical o
a Yamaguchi sensei bajo las cascadas de aguas heladas del monte Kurama. Existe
una interdependencia entre nuestro espíritu y las fuerzas naturales con sus
lugares sagrados. El perder esta noción es desligar nuestro pobre ego del fluir
natural de la vida, es ignorar nuestra conciencia universal y desvincularnos de
la totalidad de la existencia.
Salvo en ocasiones
excepcionales podremos emplearnos en una práctica tan exigente, que puede ser
desde una simple ceremonia de purificación (misogi) o un entrenamiento de
varios días en la naturaleza, hasta una práctica que dure años, como la
“práctica de los mil días” a la que se someten los monjes del Shugendo. Es por
ello que en Karate-do podemos utilizar el término Shugyo para definir su
estudio serio y sincero en lo físico y lo mental, incluyendo tanto el cuerpo
como la técnica, tanto el espíritu como el intelecto.
Practicar Karate-do como
una actividad social o física, como un hobby o para lograr diplomas, es no
haber entendido aún el término shugyo, o haberlo rechazado. Aunque esto no quiere
decir dicha práctica no tenga valor.
Shugyo puede verse como una
oportunidad de poner un mayor empeño en concentrar todo nuestro potencial de
una manera positiva en la práctica del Karate-do, superando a nuestros
enemigos: la duda, la fatiga, la derrota, el desánimo, la inconstancia, el
miedo o el orgullo. Si logramos esta actitud en nuestra práctica también es
posible trasladarla a todos los actos de nuestra vida, y quizás nos hará ver
que hacemos demasiadas cosas que solo hacen que nuestra energía se disperse y
que eliminándolas podremos empeñarnos en
algo mas importante en nuestras vidas.
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