ONSEN
La arquitectura y el agua
en Japón
Japón es un país
montañoso y que presenta continua actividad volcánica, por tanto es frecuente
encontrar aguas termales que son llamadas onsen (温泉).
Pero más allá de un fenómeno puramente geológico, en Japón los onsen son
parte de una tradición cultural milenaria, una relación íntima entre el ser
humano y la naturaleza, y en donde la arquitectura se ha prestado graciosamente
para favorecer esa relación.
Según refiere
Suehiro Tanemura, los primeros usuarios de los baños termales fueron los
dioses. De acuerdo a la Guía de los siete baños termales, "antes de que
los ancestros celestiales descendieran, los dioses Oonamuchi y Sukuna-hikona
reinaron la Tierra Central y las Planicies de Junco. Conmiserándose por la
corta vida de los humanos, establecieron métodos para aliviar sus males; la
medicina, las abstinencias y los baños termales".
Es así que los onsen fueron usados primeramente
como una forma de medicina arcaica. Era común encontrar baños termales para
aliviar, por ejemplo, a los soldados heridos y esta práctica se extendió
incluso hasta durante la segunda guerra mundial. Su privilegiada ubicación en
el corazón de las montañas permitía, además de experimentar las propiedades
curativas de las aguas minerales, establecer un íntimo contacto con la
naturaleza.
Los baños de hombre
y mujeres son diferenciados por una pequeña cortina, llamada noren. Usualmente, sutiles
detalles como éstos son suficientes para determinar el carácter público o
privado de los espacios.
Al interior y tras
despojarse del calzado y luego del resto de la ropa (en ese orden) el bañista
debe previamente lavarse con jabón en duchas especialmente preparadas para tal
fin. A un onsen hay que entrar
siempre limpio.
Una vez realizados
estos menesteres, es posible disfrutar del espectacular baño a cielo abierto (otemburo),
deslizándose tranquilamente sobre el agua caliente, donde el hombre entra en
armonía con la naturaleza y la admira en silencio.
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